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jueves, 16 de octubre de 2014

ESTO DEBE HACERSE EN MATERIA DE POLITICA DE DROGAS (Y LO QUE NO SE HACE)

Más allá del infructuoso e inconducente debate entre los "pro guerra contra las drogas" versus "los liberalizadores", bien Juan Gabriel Tokatlián en el Diario La Nación, con su "terapéutica":


http://www.lanacion.com.ar/m1/1734357-dos-paradigmas-en-disputa

:Primero, fortalecer el Estado. Hacer frente a las drogas exige incrementar y mejorar las capacidades civiles del Estado. A menor Estado, más criminalidad organizada o desorganizada. Un Estado más debilitado se convierte, más temprano que tarde, en un Estado capturado por el poder narco. Un Estado dotado y apto desarrolla políticas públicas sólidas y sostenibles, en especial hacia la delincuencia, esté o no ligada al negocio de las drogas.
Segundo, proteger a los más afectados. Una buena política antidrogas no pasa por castigar a más individuos y grupos, sino por reconocer a los más perjudicados y vulnerables, y apuntar a su protección. Estos últimos carecen de atributos de poder y son objeto ocasional de discursos, pero no son sujetos claves de atención. Sancionar y aumentar penas parece ofrecer dividendos electorales; prevenir y sanar parecería no generar lo mismo. Invertir esta dinámica es primordial.
Tercero, contener el fenómeno. La meta de erradicar completamente las drogas es irrealizable y peligrosa. La contención no es sinónimo de derrota, sino signo de realismo. Como afirmó Henry Barrett Chamberlin, quien fue responsable de la Chicago Crime Commission en los años 30, "el crimen organizado nunca será eliminado, pero sí puede ser minimizado y controlado". De eso se trata: reducir el avance y atenuar el impacto del narcotráfico.
Cuarto, reafirmar la cohesión ciudadana. El negocio de las drogas es muy tentador por la riqueza abundante que produce. Asimismo, el consumo abusivo se manifiesta en áreas y grupos que han padecido la falta de oportunidades y las fracturas sociales. Ante ese doble desafío es clave propiciar medidas e implementar acciones que recuperen la solidaridad y reviertan la desigualdad.
Quinto, revaluar las políticas. Uno de los graves errores de los cruzados antidrogas es la inflexibilidad: piensan que a punta de reprimir algún día la estrategia funcionará. Una perspectiva distinta debe partir de la noción de que la evidencia es una guía para el diseño de políticas sobre las drogas, que la experimentación con nuevas propuestas es fundamental, que las iniciativas deben estar sometidas al escrutinio y que los ajustes son indispensables para elevar la calidad de la gestión en la materia.
Y sexto, deliberar sobre el tema. Negar la existencia de un problema es un desacierto. Ello conduce, inadvertidamente, a que se imponga la mano dura: militarizar la política antidrogas, elevar el presupuesto para combatir la oferta y aumentar el encarcelamiento de los jóvenes. La deliberación ayuda a desacreditar esa tentación y contribuye a fijar una estrategia diferente.

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